jueves, 28 de octubre de 2021

LAS HUACAS DE NUESTRA LOCALIDAD, UNA VENTANA DE NUEVAS PERSPECTIVAS

Nuestro país es heredero de una muy variada y milenaria riqueza cultural, cuyas evidencias materiales “muebles e inmuebles” las podemos encontrar en cualquiera de las regiones que conforma el territorio peruano. Desde las zonas más contiguas al litoral, pasando por el área andina hasta la amazonia más espesa, podemos encontrar diversos lugares arqueológicos custodios del conocimiento y desarrollo cultural que alcanzaron sus gestores, cada uno con sus propias características que testimonian la heterogeneidad cultural de aquellas sociedades, tan igual como la nuestra, de las cuales en mayor o menor escala somos resultado las sociedades actuales.

La presencia de sitios arqueológicos en nuestro país es abundante, pudiéndose darle diferentes perspectivas a su existencia, de acuerdo a los intereses que se muevan para tal argumentación; para algunos y en distintos niveles los sitios arqueológicos representan un “estorbo” porque interfieren en sus proyectos urbanos y generación de ganancias económicas, para otros son potenciales elementos identitarios en la conformación de nuestra nación, evidencia tangible de nuestros orígenes, vitales para el fortalecimiento de nuestra alicaída autoestima social.  

Destrucción de Huaca Orrantia B. Ilustración de Luis Ccosi Salas. En: Archivo Julio C. Tello, 1945, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Ver imagen)

Hoy comienza a cumplirse la sentencia de muerte de esta huaca, que los conquistadores y los siglos no pudieron destruir, pero sí, hoy, los urbanizadores de esta zona. Su estado de conservación es bueno y fácil de restaurarlo, como un gran monumento pre-histórico del Perú. Su pecado es solo el de ser obra de los antiguos peruanos y no, de los hispanos, por eso lo destruyen, los Srs. urbanizadores: Peña-Prado. (Tomado de: Ramón, 2014, p.101 [Figura 44])

En la zona urbana donde la gente procede de otros lugares, y ha comprado o invadido un lote, lo señalan como un “estorbo” porque están abandonados, dando un mal aspecto al ornato de la ciudad, convirtiéndose en refugio de delincuentes y resultar un espacio propicio para las inadecuadas conductas ciudadanas del grueso de la población, tales como arrojar basura en las calles, apropiación de áreas baldías, usufructuación de espacios, y sobre todo falta de respeto al prójimo, a sus vecinos y sí mismo. Para las lotizadoras y grandes empresas porque ocupan un espacio sobre el cual quieren usufructuar para obtener ganancias económicas, que en mayor escala benefician a solo a sus propietarios, por lo cual les resulta mejor derrumbarlas aprovechando la inoperancia, pequeñez y debilidad de nuestras instituciones pertinentes; algo similar ocurre con las grandes concesiones mineras que por cubrir inmensos territorios no les queda más remedio que seguir los procedimientos creados para “viabilizar” sus casos, a fin de cuentas si no lo hicieran –como suele ocurrir- difícilmente alguien interesado se enteraría de la destrucción hasta que por algún capricho del destino llegara hasta esos lares y se diera cuenta de semejante sorpresa; total para los gobiernos de turno distritales, regionales o centrales han resultado la excusa perfecta para argumentar a favor de la demora de sus “proyectos de inversión” y justificar por cualquier medio su necesaria desaparición, so pretexto de desarrollo, progreso, necesidad de inversiones y un sin fin de excusas más.         

Si sumamos todas las potenciales actividades destructivas mencionadas, que por demás se han hecho efectivas, el patrimonio cultural inmueble peruano continua reduciéndose paulatinamente, sin generar con su destrucción el tan mentado desarrollo y progreso, más bien reduciendo constantemente nuestras posibilidades de conocernos, valorarnos y encontrar nuestro propio camino como nación, descontextualizando a nuestra población y pretendiendo desarraigar a los que aún mantiene esos lazos con su territorio, con el único objetivo de individualizar a la población para que sean mejores clientes y consumidores.

Huaca Pro aún sobreviviente al avance urbano en Lima Norte

En la realidad de nuestro país están presentes los sitios arqueológicos, parte del patrimonio cultural inmueble de todos los peruanos, por ello no se puede ignorar su existencia y pretender destruirlos, olvidarlos o postergar su atención, deben ser considerados bajo un enfoque de desarrollo territorial, al igual que el medio ambiente, por formar además parte de éste; el respeto hacia nuestra heterogeneidad se refleja en el respeto hacia lo que nos es ajeno “los sitios arqueológicos” –no porque no sean nuestros- sino porque los procesos históricos nos han desarraigado de ellos.

En la zona urbana de Lima -por ejemplo- así como a los niños desde pequeños se les enseña que en su “localidad” existe la municipalidad, la iglesia o la panadería, también se le debe enseñar que existe “la huaca”, un lugar muy antiguo donde vivieron muchas personas que supieron respetar la naturaleza y que nos dejaron esos lugares para que los conozcamos, recordemos, respetemos, aprendamos de ellos y sepamos de que somos capaces; este mismo discurso tan simple e ingenuo ha sido el que le ha faltado a nuestras generaciones presentes  –jóvenes y adultas- para mirar con otros ojos nuestra verdadera riqueza y plantear políticas más adecuadas para el bienestar de toda la población peruana. (Luján, 2009: 2-3)

 Arql. Karen Milagritos Luján Neyra (PLO)


Luján Neyra K.M. (2009). Proyecto de gestión cultural desde la comunidad de huaca Aznapuquio. Los Olivos – Lima [Trabajo final de curso, UNMSM]. Publicaciones en Blog Cuida tu Huaca.

Ramón Jofre G. (2014). El neoperuano: arqueología, estilo nacional y paisaje urbano en Lima, 1910-1940. Municipalidad Metropolitana de Lima, Sequilao.