sábado, 22 de agosto de 2020

REGISTRO DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN CERRO MULERÍA, CERRO PACÍFICO Y ALREDEDORES

En los últimos años hemos sido testigos de la preocupación de la población olivense con respecto a la protección y manejo de los sitios arqueológicos en una de las más grandes formaciones naturales que tenemos en Los olivos, el gran cerro Mulería. La preocupación de la población es comprensible debido a varias circunstancias: 1) la escasa información disponible que existe con respecto a la situación de registro y declaratoria de áreas intangibles por parte del Ministerio de Cultura (MINCUL), 2) el ampliamente conocido desinterés de la gestión municipal por salvaguardar el patrimonio arqueológico distrital, y 3) la participación cada vez más activa de la población en la protección de su patrimonio.

En la presente nota, comentaremos cómo se ha venido dando el registro de los sitios arqueológicos en Cerro Mulería y Pacifico, hasta la actualidad, esperando con ello contribuir a una mejor compresión de las evidencias culturales existentes en el lugar, así como facilitar información actualizada con respecto a la situación de declaratoria de áreas intangibles.


Fig1. Vista panorámica del Cerro Mulería desde el Centro Comercial Covida 
en la Av. Antúnez de Mayolo.


El cerro Mulería se eleva al sur de nuestro distrito, ocupado actualmente por una serie de urbanizaciones y asentamientos humanos que lo bordean en su totalidad. Este cerro es una gran formación rocosa, que albergó más de una docena de sitios arqueológicos tanto en sus cumbres como en sus flancos, de los cuales solo sobreviven aproximadamente la mitad visibles en superficie.

El primer registro de sitios arqueológicos en cerro Mulería y alrededores lo realiza el arqueólogo Rogger Ravines que se publicó en 1985, en su ya famoso Inventario de Monumentos Arqueológicos de Lima, (ver Fig2) registrando un total de cinco sitios arqueológicos: tres hacia el lado norte del cerro, denominados Cerro Segundo A (12), Cerro Segundo B (13) y Cerro Mulería (103) y dos sobre pequeñas formaciones rocosas Chavarria (14) y Covida (15), este último desaparecido por las construcciones comerciales hacia el 2007. En el año 2002, Cerro Mulería y Cerro Segundo A fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, mediante RDN N°233/INC, y este último fue delimitado en el mismo años mediante RDN N°534/INC pero con la denominación de Cerro Mulería. En el 2004 se aprueba el plano de Huaca Chavarría mediante RDN N°032/INC. En el año 2010, mediante RDN N° 1126/INC curiosamente se vuelve a declarar como patrimonio cultural a Cerro Segundo A, con el nombre Huaca Cerro Segundo A.


Fig2. Inventario de Ravines (1985) donde se resaltan los sitios arqueológicos 
registrados en Cerro Mulería y alrededores.


Veinte años después, en el 2005 el Proyecto Arqueológico Los Olivos “Cuida tu Huaca PLO”, realizó un Inventario de Sitios Arqueológicos del distrito de Los Olivos, en el que se identificaron nueve sitios arqueológicos ocupando el cerro Mulería según fotografía aérea (ver Fig3). Cinco en varios puntos del flanco norte no visibles en superficie y otros cuatro con estructuras reconocibles en el terreno. Los sitios que el avance urbano arrasó en superficie son lo que se registraron como: PLO-SA04, PLO-SA05, PLO-SA06 (correspondiente al original Cerro Mulería de Ravines), PLO-SA07 (correspondiente a Cerro Segundo B) y PLO-SA08; mientras que entre los que eran visibles en superficie fueron registramos como: PLO-SA09 (correspondiente a Cerro Segundo A de Ravines, hoy Cerro Mulería) y tres sitios nuevos PLO-SA02, PLO-SA10 y PLO-SA03, ubicados en las cimas este de Cerro Mulería.

Esta información fue comunicada a la Municipalidad de Los Olivos (MDLO) en junio del 2005 mediante carta ingresada por mesa de partes cuyo anexo principal fue el informe final de reconocimiento. Asimismo solicitamos al entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) la declaración como bien integrante del Patrimonio Cultural de la Nación[1] para los sitios arqueológicos identificados en las cimas del cerro Mulería y que registramos como PLO-SA02, PLO-SA10 y PLO-SA03, sin embargo no obtuvimos respuesta en esos años.


Fig3. Análisis de la fotografía aérea del cerro Mulería (PLO, 2005).


Fig4. Plano de ubicación de los sitios arqueológicos registrados por el PLO que 
fueron solicitados para ser declarados Patrimonio Cultural de la Nación en diciembre del 2005.


En el año 2007 Abel Traslaviña informa sobre los sitios que denominó El Pacifico A y El Pacifico B, pero tampoco se les dio la respectiva protección legal en su momento.


Fig5. Imagen de Traslaviña (2007) con la ubicación de los 
sitios arqueológicos El Pacifico A y B. 


Para el año 2010, a solicitud de la empresa Olivos 3088 S.A.C. la consultora JIRKA realiza un reconocimiento arqueológico en los Cerros Mulería y Pacífico, indicando la existencia de seis sitios arqueológicos, principalmente en sus cumbres y la posibilidad de otros en las laderas teniendo que ser confirmado mediante excavaciones arqueológicas. 

En agosto del 2011, el arqueólogo Milton Reynaldo Luján Dávila solicita autorización para la ejecución del “Proyecto de evaluación arqueológica en los terrenos de la empresa Olivos 3088 S.A.C, en los Cerros Mulería y Pacifico, en el distrito de Los Olivos, provincia de Lima, cuyo informe final es aprobado en noviembre del 2012, mediante RD N° 861-2012/DGPC-VMPCIC-MC. En el referido documento quedan identificados cinco sitios arqueológicos mediante excavaciones: dos en Cerro Pacifico y tres en Cerro Mulería, sin contar al sitio arqueológico Cerro Mulería que ya se encontraba registrado por el INC. Los nombres asignados a estos cinco sitios fueron: Cerro Pacifico - Sector 1A (correspondiente a El Pacifico A), Cerro Pacifico - Sector 1B (correspondiente a El Pacifico B), Cerro Mulería - Sector 2A, 2B y 2C (correspondientes a los sitios PLO-SA02, PLO-SA10 y PLO-SA03). Por esos años el proyecto instaló los paneles e hitos de señalización de los seis sitios, según indicaciones del MINCUL.

Reconocemos que para el ciudadano de a pie esta información puede resultar confusa, puesto que para nosotros mismos eventualmente lo es, por ello hemos intentado sintetizarla en estas líneas y para una mejor comprensión la presentamos consolidada en las siguiente cuadro.

Cuadro 1. Denominaciones asignadas a los sitios arqueológicos 
en Cerro Mulería desde 1985.


Resumiendo, actualmente el MINCUL tiene registrada la existencia de seis sitios arqueológicos para Cerro Mulería y Pacifico, el hoy conocido Cerro Mulería y cinco sitios verificados mediante excavaciones arqueológicas por Luján Dávila en el año 2012. Siendo sus denominaciones oficiales: 
  1. Cerro Mulería (registrado como Cerro Segundo A por Ravines en 1985), 
  2. Cerro Pacifico - Sector 1A, y Cerro Pacifico - Sector 1B (registrados como El Pacifico A y B respectivamente por Traslaviña, Haro y Bautista en el 2007), y 
  3. Cerro Pacifico - Sector 2A, 2B y 2C (registrados como PLO-SA02, PLO-SA10 y PLO-SA03 por Luján, Tapia y Rios en el 2005).
A excepción de Cerro Mulería, los nuevos planos de delimitación de estos cinco sitios se encuentran en proceso de aprobación por el MINCUL, tal como se registra el Sistema de Información Geográfica de Arqueología (SIGDA) del MINCUL.

Esto significa que actualmente solo las zonas con polígonos en color azul, según el SIGDA (ver Fig6), son consideradas como zonas arqueológicas intangibles. Surgen aquí varias preguntas que incluso han llegado a nosotros de parte vecinos, como por ejemplo ¿Y qué pasa con esas otras zonas que fueron registradas o reportadas como sitios arqueológicos años atrás?, ¿Definitivamente ya no hay más restos arqueológicos en otras zonas de los cerros?, ¿Por qué se vendió el cerro?, ¿Quién vendió el cerro?, ¿Se puede construir?, ¿Por qué no todo el cerro es intangible en lugar de solo las cimas? ¿Cómo se pueden visitar?, ¿Qué pasará con los sitios arqueológicos ahora que están en propiedad privada y no los podemos ver?, entre otras.


Fig6. Ubicación de sitios arqueológicos en el cerro Mulería y 
la evolución de registros desde 1985 hasta la actualidad. 


El caso de Cerro Mulería y Pacifico es muy didáctico para reflexionar acerca de la problemática de nuestro patrimonio cultural y los reductos naturales, de cómo se planifica y crece la ciudad, problemas de zonificación, qué papel juegan las municipalidades en la administración y gestión de estos espacios, etc. En próximas notas abordaremos la situación actual de cada uno de estos seis sitios arqueológicos para intentar darles respuesta a estas interrogantes.

Por nuestra parte solo nos queda acotar que, cuando en el año 2005 registramos los primeros sitios en sus cimas, soñamos que este cerro se preserve como un gran relicto natural y cultural del pasado, de los más antiguos de Los Olivos y de Lima, con grandes circuitos culturales en todas sus inmediaciones, unas vistas espectaculares para toda la comunidad y una magia única al encontrarse dentro de sus quebradas. 

Con esa ilusión, como señalamos antes, comunicamos dicho potencial a la municipalidad distrital y solicitamos su registro al INC, pero no hubo respuestas. Años más tarde, en el 2014 quisimos subir para visitar los sitios arqueológicos nos dimos con la sorpresa que ya no se podía subir a los cerros, ni transitar por sus cumbres, porque ahora eran propiedad de la empresa Olivos S.A.C (como consta en las resoluciones de autorización de proyecto de evaluación del MINCUL). En aquella ocasión, personal de seguridad nos retiró del lugar con escopeta indicándonos que para subir debíamos gestionar el permiso con los propietarios, mencionando el mismo nombre de la empresa pero sin referencias claras para ubicar sus oficinas.

Desde entonces nos hemos avocado a difundir la existencia de estos sitios a vecinos y colegios, pero a su vez contemplamos la indiferencia de las autoridades y aunque no aminora nuestras ilusiones, que permanecen intactas, si las miramos con nostalgia desde la ventana del carro cuando pasamos por las avenidas Panamericana o Universitaria, esperando que la visión de los nuevos propietarios este integrada al respeto y salvaguarda de nuestro patrimonio cultural.

Karen M. Luján Neyra (Cuida tu Huaca PLO)
Alberto L. Tapia Méndez (Cuida tu Huaca PLO)


[1] Oficio N° 406-2005-MDLO/GM. Expediente N° 18946 del 21 de Diciembre del 2005.


Si usted desea agregar información de interés no dude en contactarse con nosotros a nuestro correo electrónico: cuidatuhuaca.plo@gmail.com


miércoles, 12 de agosto de 2020

LA EDUCACIÓN PATRIMONIAL EN EL PERÚ, A PARTIR DE NUESTRAS VIVENCIAS

La educación patrimonial la entendemos como un campo de la educación que se ocupa de la enseñanza del patrimonio en todos sus ámbitos, desde su naturaleza y sus características, hasta su apropiación, incluso como convivir con éste, reconociéndolo como parte de nuestro presente y cotidianidad. Aunque actividades afines svenían desarrollando en varios lugares del mundo desde los años 60´s y 70´s, como Europa y Estados Unidos (Contreras: 2014), e incluso en Inglaterra se hablaba de "Heritage Education", no fue hasta fines del siglo pasado e inicios del presente que se hace más frecuente el uso de dicha denominación (Horta, 1999; Alvarez, 2001; Fontal, 2003).

En nuestro país desde los años 30´s tenemos la emblemática figura de Tello explicando la importancia de nuestros sitios arqueológicos, así como a Rebeca Carrión Cachot, Arturo Jimenez Borja y Julio Mejía Xesspe, entre otros, y para 1973 surge IDEAS una de las primeras asociaciones civiles que realizó un trabajo sistemático de difusión del patrimonio cultural limeño (IDEAS, 2005). Años después, en 1987 se darán los primeros talleres de arqueología para niños en Huaca Pucllana, en 1999-2000 los talleres para niños en Huaca Melgarejo y para el 2001 la División de Arqueología del Parque de las Leyendas (PATPAL) inaugura su primer circuito educativo "Huaca Cruz Blanca. Una Historia para Conservar"; en aquel entonces se hablaba de Arqueología Aplicada o Arqueología Aplicada a la Educación Social

   
A la izquierda, portada del libro "Una Mirada Andina de Lima (IDEAS, 2005), 
y a la derecha noticia sobre los Talleres en Huaca Melgarejo (SHARUKO, Año 2, N° 2, 2000)

Noticia sobre los Talleres en Huaca Pucllana (La República, 16.01.2001)


Tríptico del circuito "Huaca Cruz Blanca" (PATPAL, 2001)

El PATPAL desde entonces comenzó a desarrollar sistemáticamente el Programa Escolar "Pequeños Arqueólogos", como un complemento de la educación formal -que se recibe en las aulas- dirigido a los colegios (Cornejo, 2004), en el cual tuvimos oportunidad de participar como docente y en la elaboración de material educativo para niños de inicial a 3ro de primaria (Luján, 2005). Recuerdo percibir de forma más directa como iba cambiando la forma en que se enseñaba la historia de nuestra ciudad, e incluso haber encontrado gratamente que en el diseño curricular de primaria 2005 se contemplaba como contenido transversal en lo que respecta a seguridad ciudadana y defensa nacional que desde inicial y primaria se debía contribuir a la afirmación de la identidad nacional y a la formación de un compromiso para valorar, conservar y defender  el legado histórico, el patrimonio territorial y cultural[1], lo cual me pareció un gran avance en la forma como se nos enseñaba nuestra ciudad. Perspectiva que no gozamos muchos de mi generación.

       
Información sobre los programas escolares de la División de Arqueología PATPAL 
(BOLETÍN del Museo de Sitio "Ernst W. Middendorf" N° 1 y N° 3)

Sobre lo que podríamos considerar la educación patrimonial limeña en los 80´s y 90´s, quisiera compartir mi experiencia escolar (que refleja a la mayoría de mi generación), en como nos enseñaron a conocer la ciudad y como la descubrimos después.

Crecí y curse la primaria en Breña, en la Institución Educativa N° 1017 "Señor de Los Milagros". Siento que tuve una educación primaria de calidad a pesar de la reputación del distrito en los 80´s. A mi colegio llegaban muchos programas pilotos y apoyos sociales de todo tipo y desde siempre se nos inculcaba el patriotismo, el amor a Dios, a la familia y durante los recreos nos ponían música peruana e incluso rock en español. Pero eran tiempos en los que no se le daba mucha importancia a los sitios arqueológicos o "huacas" de la ciudad, en buena cuenta por desconocimiento. Y a pesar de que la posta y la iglesia a la que asistía estaban a un par de cuadras del Complejo Arqueológico Mateo Salado nunca escuche nada sobre éste, a excepción de las advertencias de los peligros que habían al acercarse. Ya de adulta, conversando con mis antiguos compañeritos me contaban que ellos sí la conocían, que jugaban y se perdían entre los montículos de tierra.

Corrían los años 90´s y mi secundaría prosiguió en Pueblo Libre, en la I.E. Elvira García y García, y por mucho que me esfuerzo en recordar tampoco escuché a mis profesores hablar acerca del patrimonio cultural local. Solo tengo tres recuerdos muy puntuales al respecto, ya casi para los últimos años de secundaria: 1) Una visita de fin de año a Pachacamac; 2) la visita del Señor de Sipán a mi colegio; y 3) la que más me marcó, una charla en mi salón que hicieron un grupo de jóvenes acerca de la historia de Lima, donde nos explicaron con rotafolios desde la formación geológica del suelo limeño hasta la importancia del centro histórico. Fueron pocos minutos pero el entusiasmo de los jóvenes, su forma de explicar y las imágenes, ordenaron muchas ideas sueltas en mi cabeza. Para mi sorpresa, al final de la jornada hicieron unas preguntas y regalaron un librito titulado “Jornadas de Lima”. Estuve tan atenta que pude responderlas obteniendo como premio el referido texto, el cual releí tantas veces hasta comprender mejor cada palabra. Donde sea que estén esos jóvenes les agradezco mucho por el esfuerzo ya que marcaron mi forma de ver la ciudad.

Mi ejemplar de "Jornadas de Lima" de inicios de los 90´s.

Dicho todo esto, siento que fui ligeramente afortunada al haber tenido al menos estas experiencias, siendo que pertenecí a las ultimas generaciones que muy poco se les explicó acerca la historia de nuestro entorno más inmediato, tanto por las escasas investigaciones que sobre el particular habían como por los enfoques mismos que tenia la educación en esos tiempos. A medida que crecemos percibimos mejor la calidad de la educación que hemos recibido y cuanto nos han servido los conocimientos que nos fueron impartidos por tantos años en las aulas. En nuestro país, los dieciséis años que transitamos por inicial, primaria y secundaría son conocidos como educación básica regular (EBR)[2] y, aunque la utilidad de la mayoría de conocimientos que recibimos no siempre es inmediata, está orientada a servir como base para comprender otros temas en el transcurso de nuestras vidas. 

Así, vemos que la educación también es dinámica, cambia y se acondiciona a los nuevos tiempos a partir de los enfoques educativos y sugerencias de los profesionales que intervienen en la elaboración de los currículos nacionales. La población percibe estos cambios en la cantidad y denominaciones de los cursos, los temas que se abordan, la forma de calificación, por mencionar los más evidentes. Por ello, muchos de los que hoy son padres y bordean los 40 años deben notar una marcada diferencia con la educación que ahora reciben sus hijos, mientras nosotros llevábamos cursos por materias y nos calificaban hasta 20, hoy la educación es por competencias y la calificación es con letras, haciendo referencia  al proceso de aprendizaje.

Precisamente, abocados al mundo de la educación patrimonial nos sumergimos en nuestro marco legal educativo (constitución, ley general de educación y currículo nacional 2016), esperando encontrar avances en esta temática dada la abundante riqueza cultural y natural con la que convivimos diariamente en cualquier parte del país, sin embargo encontramos una total ausencia de los temas patrimoniales.  Según nuestra Constitución la educación busca el desarrollo integral de la persona humana[3], encontrándose entre sus fines el formar personas capaces de lograr su realización ética, intelectual, artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa, promoviendo la formación y consolidación de su identidad y autoestima y su integración adecuada y critica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en armonía con su entorno[4]

En cuanto al Currículo Nacional, encontramos que: de once (11) características para el perfil del egreso solo una hace mención a que el estudiante se reconozca como persona valiosa y se identifique con su cultura en diferentes contextos[5]; de las treinta y un (31) competencias que se desarrollan solo la 17 indica que el estudiante sea capaz de construir interpretaciones históricasdonde sustente una posición critica sobre hechos y procesos históricos que ayuden a comprender el presente y sus desafíos, articulando el uso de distintas fuentes; la comprensión de los cambios temporales y la explicación de causas y consecuencias de estos, teniendo para ello que desarrollar tres capacidades: interpretar fuentes históricas, comprender el tiempo histórico y elaborar explicaciones sobre tiempos históricos[6]; y de siete (7) enfoques transversales (de derechos, inclusivo, intercultural, de igualdad de genero, ambiental, orientación del bien común y búsqueda de excelencia) ninguno contempla el ámbito patrimonial. 

Al respecto, coincidimos en la necesidad vital de una compresión espacial y temporal en la historia, lejos de un acumulado memorista de datos, pero hemos de llamar la atención sobre la ausencia total de enunciados específicos que aborden la enseñanza y el respeto por el patrimonio, en un país como el nuestro donde el abundante patrimonio cultural y natural rebasa la capacidad del Estado para protegerlo y gestionarlo, toca formar una población más consciente y respetuosa del mismo. Por tal motivo creemos que debería considerarse como un octavo enfoque transversal la educación patrimonial, y una competencia complementaria a la 17, teniendo como objetivo "que el estudiante sea capaz de respetar y valorar los bienes patrimoniales de la nación". 

En la practica entonces, la educación patrimonial sigue estando en manos de la educación no formal, es decir aquella que recibimos en museos, programas culturales y por diversas asociaciones civiles patrimonialistas que desde el siglo pasado notaron esta necesidad. Así mismo, no hay nada más didáctico que iniciar la comprensión de la historia nacional por el conocimiento de la historia y cultura local, entendida como la que se desarrolló en el espacio que ahora mismo ocupamos de la cual son resultado todas las evidencias arqueológicas e históricas que encontramos al lado de nuestras casas.

En el caso específico de Lima, según nuestra propia experiencia, la enseñanza de la historia ha cambiado vertiginosamente en los últimos veinte años, desde que dos importantes documentos impulsaron la atención sobre el pasado prehispánico de nuestra ciudad: “Lima Prehispánica” del arquitecto Santiago Agurto Calvo (1984) y el “Inventario de Monumentos Arqueológicos del Perú. Lima Metropolitana” del arqueólogo Rogger Ravines (1985). Ambos publicados en la gestión de Alfonso Barrantes Lingán como un esfuerzo de la Municipalidad de Lima en homenaje al 450° aniversario de la fundación española de Lima. Desde entonces nada volvió a ser igual, y aunque lento, estos textos sirvieron de inspiración a muchos de nosotros, y lo siguen haciendo.

A inicios del siglo XXI, fuimos testigos de la destrucción de Huaca Aznapuquio, desde la ventana del bus que nos llevaba a la universidad, pero conocí recién la importancia de estos temas cursando los cinco años de educación superior y los aprendí a querer y respetar tras dejar sangre, sudor y lagrimas en cada excavación arqueológica. Estamos convencidos que conocer, comprender, valorar y apropiarse del patrimonio es un proceso que tiene su propio ritmo en cada persona, y por ende debe ser un proceso sostenido donde prime la orientación e interpretación constante, para hacer comprensible esta información a los diferentes grupos de población.

Cuando en el 2005 realizamos nuestras primeras visitas guiadas a niños de primaria a los sitios arqueológicos de Los Olivos fue una experiencia absolutamente novedosa y desafiante para nosotros, porque -si bien veníamos teniendo una enriquecedora experiencia en los circuitos educativos del PATPAL- los recorridos aquí tenían que ser por las huacas olivenses que se encontraban absolutamente abandonas, donde literalmente solo se veía tierra, y así las percibían los niños, vecinos y autoridades. Desde entonces, e inspirados por nuestra experiencia personal, notamos la necesidad de acercar a los más pequeños a su patrimonio cultural locasin importar la condición de conservación ni sus dimensiones ya que su importancia no radica en ello, por el contrario, sirve como ejercicio para elaborar estrategias de interpretación y brindarles conocimientos básicos y sencillos que motiven su imaginación y reflexión. Esto sumado a los resultados de nuestras primeras investigaciones sobre la población olivense y su patrimonio arqueológico nos marcaron el camino a seguir para nuestra labor educativa patrimonial.

Visita a Huaca Pro con los niños de 3ro de primaria de la I.E. Buen Pastor.

Así nace nuestro Programa Educativo y de Promoción Cultural "Conociendo Nuestro Patrimonio", con el objetivo de difundir en la población olivense el patrimonio arqueológico e histórico de nuestro distrito, intentando contribuir a una población mejor informada que respete sus espacios patrimoniales. La versión de este programa para los más pequeños la hemos denominado Conociendo los Tesoros de Mi Ciudad”, donde buscamos incorporar y/o reforzar en el imaginario de los niños la existencia de La Huaca y El Museo como importantes espacios de nuestra localidad, de nuestra ciudad, donde se albergan y guardan bienes valiosos para la historia y memoria de nuestro país. Desde aquí queremos contribuir a sentar las bases del conocimiento de nuestro patrimonio cultural locae inspirar a los más pequeños como otros esfuerzos anónimos nos inspiraron a nosotros.

Actividades online "Cuida Tu Huaca" para niños de educación primaria.

Finalmente, todos podemos contribuir a la educación patrimonial compartiendo el conocimiento que venimos adquiriendo sobre el particular y haciéndolos temas de conversación cotidiano, especialmente si vivimos cerca de una huaca o monumento histórico. No permitamos que nuestros niños crezcan ignorando su legado teniendo a mano todas las facilidades que la tecnología nos brinda y que no tuvimos nosotros en nuestra niñez.  Hoy encontramos diversos programas televisivos y material virtual, de muy buena calidad, que nos ayudan a conocer y descubrir nuestra ciudad en sus diferentes facetas, algunos de nuestros favoritos son sin duda "A la Vuelta de la Esquina" con Gonzalo Torres, "Sucedió en el Perú" con Norma Martinez y "Museos Puertas Abiertas" con el recordado Luis Repetto. Les dejamos los enlaces a excelentes programas que nos ayudan a descubrir nuestros distritos, nuestra capital, nuestro Perú.

Karen M. Luján Neyra (“Cuida Tu Huaca PLO)

 [1] 2005 MINEDU "Diseño Curricular Nacional de la Educación Básica Regular"
 [2] 2016 MINEDU "Currículo Nacional de Educación Básica", página   
 [3] 1993 "Constitución Política del Perú", Artículo 13
 [4] 2003 "Ley General de Educación" Ley N° 28044, Fines
 [5] 2016 MINEDU. Documento citado, página 14 y 16
 [6] Ibíd. página 109


Si usted desea agregar información de interés no dude en contactarse con nosotros a nuestro correo electrónico: cuidatuhuaca.plo@gmail.com